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domingo, 14 de febrero de 2010

´Los jóvenes ya no pueden vivir en Matet´

Más de la mitad de los 113 habitantes de Matet, un municipio del Alto Palancia, tiene más de 65 años. La vida transcurre tranquila en esta población ubicada en el corazón de la Sierra de Espadán que ha podido recuperar la panadería que tuvo que cerrar hace cuatro años.

AMALIA BALLESTER MATET
Matet es uno de esos municipios donde la tranquilidad se palpa en el ambiente. Sólo el ruido de los pájaros rompe un inevitable silencio provocado por los pocos niños que viven en esta localidad del Alto Palancia junto con una población altamente envejecida. Matet es el municipio de la Comunitat Valenciana con más vecinos mayores de 65 años, una población que ha ido disminuyendo con el paso de los años. Mientras en en año 1900 Matet tenía censados 625 habitantes, actualmente solo son 113 los vecinos empadronados en esta localidad de la Sierra de Espadán.

Esta notable despoblación vino motivada por una enfermedad que atacó los cerezos, según cuenta Amparo Castillo una de las vecinas de Matet. La mujer explica que a finales de los 40 la enfermedad de la raya atacó a los cerezos provocando la muerte de muchos de estos ejemplares.
"Las familias que tenían hijos se tuvieron que marchar de Matet en busca de trabajo", apunta Amparo Castillo, quien recuerda que muchas familias vivían dl cultivo de esta fruta. "Muchos días salían dos camiones cargados de cerezas". Fueron unas veinte las familias que decidieron abandonar Matet y nunca más volvieron.

Además, las personas solteras apostaron por marcharse a Barcelona donde trabajaban de temporeros desde marzo hasta octubre.
"Después venían para la época de la oliva", puntualiza Amparo. Las mujeres se fueron también hacia la ciudad Condal para trabajar de sirvientas. Muchas de estas personas tampoco regresaron nunca a Matet. Esto provocó una importante despoblación como demuestra que en 1961 sólo vivieran en este municipio 365 personas.

Algunas de las personas que abandonaron Matet por
"necesidad" sí regresaron con el paso de los años, sobre todo cuando se jubilaron. No obstante, algunos por enfermedad, según comenta Amparo Castillo, se han ido a vivir con los hijos fuera. La vida en Matet varía mucho de verano a invierno. En la época estival, según explica Amparo Castillo, "salimos a pasear, pero cuando llega el invierno salimos bien poco de casa". La gran mayoría de esta población mayor apuestan por quedarse en sus hogares junto a la lumbre del fuego. El hogar de jubilado es el punto de encuentro en Matet para las personas mayores. "Allí vamos a jugar al parchís", asegura Amparo Castillo, aunque "en días como los de ahora que hace tanto frío preferimos quedarnos en casa".

El vecino más viejo de Matet es actualmente Francisco Arbella con 91 años y la mujer más anciana es Carmen Gimeno Granell, con 91 años. La más longeva murió hace escasos quince días, se trata de Asunción Castillo que falleció con 104 años. Francisco, viudo y con cuatro hijos, ha sido agricultor toda su vida y con los años ha abandonado sus tareas en el campo por una vida más placentera.
"Si hace buen tiempo salgo a tomar el sol, si no estoy en casa con la estufa". Por su parte, la mujer más mayor, viuda y con dos hijos, apunta que en Matet "se vivía bien, pero ahora ya no hay nadie". Además, Carmen Gimeno ha asegurado que "duele que se vaya la gente porque el pueblo está vacío". No obstante, con la crisis algunas personas han decidido volver a Matet, sobre todo nietos de algunos vecinos para ver si tienen suerte en alguno de los planes que ponen en marcha las administraciones. Estos regresos son para esta nonagenaria mujer motivo de alegría porque ve que el pueblo no desaparece. "Se están comprando casas", apunta.

Por su parte, Modesto Gómez, antiguo embolador de toros de Villamalur y natural de Matet, comenta que la gente mayor aprovecha el día para ir al campo aunque cuando viene el frío
"la gente está en casa con las estufas". En verano, según Modesto Gómez, los vecinos aprovechan para hacer la leña con la que calentarse en el frío invierno. "La vida aquí es muy tranquila. Salimos a pasear con el buen tiempo, si no vamos de la cama a la mesa y de la mesa a la cama", explica este conocido embolador que actualmente está pasando una temporada en una vivienda que posee en Torrent.

Carmen Mortes lamenta que la gente se haya tenido que ir a vivir fuera por motivos de trabajo.
"La gente joven no puede vivir. Aquí sólo quedamos los que cobramos y cobramos bien poco porque hemos vivido de la agricultura". Esta mujer tiene a sus hijos viviendo en localidades vecinas y explica que van a verla todas las semanas. Carmen asegura que viven en Matet porque "queremos al pueblo, aquí pasamos los momentos buenos y malos".

El marido de Pilar Pérez, al igual que Francisco Arbella Gimeno, marcharon a Alemania a mediados de la década de los 50 en busca de trabajo. Estos hombres, junto a otros, volvían a casa por Navidad.
"Por aquella época nacieron muchos niños", recuerda la hija de Francisco, que trabajaba en una fábrica de máquinas de escribir.

En cuanto a servicios, el municipio cuenta con médico los lunes, martes, jueves y viernes. Además los servicios de Bancaja se desplazan una vez a la semana para que los vecinos puedan realizar sus gestiones bancarias sin tener que salir de Matet. Todos los jueves últimos de mes se desplazan hasta Matet para realizar los análisis generales y los martes los análisis para los enfermos de diabetes. La farmacia sí que abre todos los días. Y desde hace varias semanas ha recuperado la panadería que perdieron en 2006. Durante estos cuatro años subían cada día desde el horno de Vall de Almonacid para proporcionar pan y dulces a los vecinos de esta localidad. Ahora es la hija de Amparo Castillo la encargada de hacer el pan para todos sus vecinos en la tienda de de comestibles que regenta en esta pequeña localidad.


Matet también destaca por no tener empadronado ningún niño de 0 a 4 años. El último que nació hace unos cuatro años ya no vive en Matet. Amparo Castillo comenta que se fueron a vivir a Viver porque en el pueblo no hay colegio. Anteriormente, pocos fueron los niños que nacieron en la localidad de el Alto Palancia. Amparo Castillo recuerda que en 1990 y 1993 sólo nació un niño, cada año. Dos lo hicieron en 1996 y sólo uno en 1997 y también en 2000. De estos, dos ya no viven en Matet. Con el poco índice de natalidad no resulta sorprendente que Matet no tenga colegio desde 1997. Fue en ese año cuando el centro Mariano Granell cerró sus puertas de forma definitiva y los niños bajan cada día al colegio de Segorbe, recorriendo los 15 kilómetros que separan ambos municipios. A. ballestermatet


Fuente: Levante de Castellón

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